Mujeres que follan: historias de sexo real contadas por ellas by Adaia Teruel

Mujeres que follan: historias de sexo real contadas por ellas by Adaia Teruel

autor:Adaia Teruel [Teruel, Adaia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Sexualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2023-06-01T00:00:00+00:00


GLORIA

45 años, madre soltera

«Si no fuera porque tengo un hijo… ¡Madre mía, quién me pillara! Sería una locura. Porque a los veinte no sabía una mierda y a los treinta iba de culo. Yo he empezado a disfrutar del sexo al cumplir los cuarenta».

Yo me lo he montado muy muy mal. Mi primera relación fue una mierda. La segunda también, porque el chico tenía una tranca descomunal. Me la metía y me dolían hasta las entrañas. Después me enamoré de un maltratador. Luego me casé con un hombre del que no estaba enamorada. Y, al final, acabé teniendo un hijo con un tío que es un cabrón. Tendría que haber un manual. ¡Me habría ahorrado muchos disgustos!

Recuerdo el primer beso que di, a los diecisiete años. ¡Me costó tanto! Y eso que estaba supercolada por el chico, pero lo hice realmente mal. Más que un beso parecía un mordisco. ¡Pobre chaval! Fue el primero al que besé y también el primero con quien me acosté. Empezamos a salir juntos y me pillé un montón. Aun así, le hice esperar un año. Y ¿para qué? ¡Fue horroroso! Era verano. Estábamos en el pueblo. No teníamos casa ni coche. Él se lo curró, la verdad. Preparó un pícnic, con comida y manta. Todo muy romántico y aun así fue horroroso. Una experiencia muy chunga. Me hizo daño y no disfruté. Luego él me dejó por otra y yo me sentí fatal. Parecía que no iba a poder sobrevivir del dolor que sentía. Todo muy dramático.

Ahora entro al trapo sin problema, pero de jovencita el sexo me daba mucho pudor. No me veía bien desnuda. Tenía muchos complejos y eso no me permitía dejarme llevar. Odiaba mis piernas, nunca me ponía falda, y en la cama me las tapaba con la sábana. Ahora, en cambio, me falta tiempo para quitarme la ropa. Me miro en el espejo y me digo: «Tengo cuarenta y cinco años, he sido mamá y estoy de puta madre. ¡Olé mi coño!». Parece fácil, pero a mí poder decir esto me ha llevado años.

Al principio, cuando era adolescente, sí que estaba a gusto con mi físico. El problema es que después salí cinco años con un chico y esa relación me cambió. Era un hijo de puta, me maltrataba. Lo conocí con veintidós añitos, él tenía treinta y cinco, y enseguida nos fuimos a vivir juntos. En aquella época yo era un piboncito. Nunca he sido de salir mucho de fiesta. Y jamás he tenido sexo de una noche, ni cuando era joven ni ahora. Pero a esa edad me apetecía salir por ahí con las amigas y a él no le gustaba. Supongo que por eso me propuso irnos a vivir juntos tan pronto. Ahí empezó el control y, en menos de un año, el calvario. Este tío me anuló como persona.

Todas las mujeres que hemos estado con un maltratador decimos: «Cuando lo conocí no era así», y es cierto. Lo típico que vemos en las películas, ¿no? Era tan buen tío… y luego la mata.



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